A mitad de camino entre los Monegros y la frondosidad de los Pirineos, la Bal d'Onsella es un confín solitario, apenas conocido, discreto y bello. Y es que en el valle, al albor de las cuatro estaciones, se combinan todos los elementos para modelar un paisaje prodigiosamente sobrio. Tierra, agua, cielo juegan y se confunden, muestran mil colores, crean formas insólitas y caprichosas, para regalarnos un paraje con marcada identidad.
Bal d'Onsella: Los colores del silencio
Publicada el 02/02/2010
A mitad de camino entre los Monegros y la frondosidad de los Pirineos, la Bal d'Onsella es un confín solitario, apenas conocido, discreto y bello. Y es que en el valle, al albor de las cuatro estaciones, se combinan todos los elementos para modelar un paisaje prodigiosamente sobrio. Tierra, agua, cielo juegan y se confunden, muestran mil colores, crean formas insólitas y caprichosas, para regalarnos un paraje con marcada identidad.